Maestro Karechí
Desde muy niño me ha inquietado la filosofía de vida oriental del Maestro Karechí.
Siempre tan tradicionalista, disciplinada,
estricta y hasta espiritual ante la gente. Una cultura que a fin de cuentas
dista bastante de la mía ya que a duras penas seré un hombrecillo de honor si
no elevo mi “ki” para cumplir diciplinadamente los objetivos que son prudentes y necesarios, pues debo concentrarme en lo mío muy aparte del mundano murmuro que
me rodea y me distrae.
El maestro Karechi es el perfecto
ejemplo de la cultura del sol naciente sin noche, ya que con su esmero me ha
llevado al exceso de la disciplina y el auto control sobre el hambre, el sueño,
el miedo o el mimo dialogo. Me ha motivado a elevar mi ki a su mayor nivel, estimulo presuroso de un
cuerpo débil de mente permitiendo concentrar todo la energía en mi abdomen sin
musitar palabra, sin cobrar ni un peso de más.
Me ha enseñado el rigor de elevar
mi ki al máximo, y a exigir mi cuerpo a nivel superior del dolor pues solo asi
mi mente estará ocupada y entonces seré digno de entender que la mente domina
el cuerpo.
Oh maestro Karechi, me has
adentrado en el letargo de la dialéctica para enseñarme en realidad lo poco que
soy y señalar mi lugar en esta prodigiosa sombra muy atrás de la sombra de tus olvidados
ancestros.
Has hecho de mí el ser más digno
para andar en la oscuridad y el silencio ;y cortar palabras llenas de opinión
que no tienen lugar en la jerarquía de los Karechi pero aún así me has llevado
al extremo donde pierde valor todo lo que puede sentir la carne y la mente cuando
les callan la boca a las palabras y los pasos al camino.
Eres el maestro para domar a los
libres y convertirlos en limitadamente libres muy por encima de las leyes y opiniones;
y pienso que ya me has enseñado todo lo
que sé al respecto de tu cultura, para mí
ya es suficiente.
Muchas gracias Maestro: Maestro
Karechimba.