jueves, 16 de mayo de 2013

Una hermosa historia de amor - capítulo II



Paulo y Debora, habían empezado a conocerse  de tal manera que ya no necesitaban palabras. Habían desarrollado un lenguaje romántico propio,  una  pantomima, una amelotastisis en la cual los dos  pretendían  tener el control, era inevitable, como también fue inevitable su primer beso.

Describir detalles de ese beso, no tendría sentido en esta historia – No compartiría detalles del  lambitus de nadie-. Ese detalle lo dejare a su imaginación. Solo diré que allí empezó toda una aventura romantica que doblegaría hasta al peor de los insensibles  e  autocateteristas de hoy.

Detenidos en el placer, comenzaron  a robarse  el tiempo, robarse sabores, aromas, recuerdos, canciones y  las sonrisas  en medio de la clismafilia que genera la confianza de un extraño por quien darias la vida. Se habían convertido en los protagonistas de la raptofilia mas envidiable que jamás hubiese sospechado. Pero el tiempo robado no retorna, y aunque nadie se baña dos veces en un mismo rio, ellos parecían estar hechizados en una búsqueda de interminables afectos kagaseyos. Devora jamás entendería lo que estaba por suceder.


Los días habían pasado, todos los caminos empezaban a tomar rumbos diferentes. Paulo, ya cansado de su timidez  y  sin historias que contar, más que las historias del típico trabajo candaulistico de cualquier joven, decidió partir.

Paulo… mi buen amigo Paulo el maestro de las artes de la  belonefilia, de las plantas hasta el dendrofilio, fiel practicante del  juvenilismo casi al punto de caer en fanatismo, exquisito artista de la escritura castiza y preparador de  los alimentos sanos, empieza a sufrir de amor.

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